domingo, 24 de febrero de 2019

FIRMADO Y CONFORME


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Creo recordar que en este blog llevamos hablando de posibles, por necesarios, cambios en este mundo en el que vivimos, y particularmente en este país que tenemos por tierra común.
Hemos hablado también de cambios a nivel personal e individual como paso previo, necesario e imprescindible, para que el resto de cosas a cambiar sea realidad y se plasme en un futuro lleno de cambios y de mejoras.

Se ve que hay ansia, que hay urgencia de cambios. Es un clamor, y considero que si no hay más voces que reclamen esos cambios, es porque no tienen, o no quieren, manifestarse de alguna manera.
De tantas maneras que hay para dejar negro sobre blanco el deseo de cambiar este mundo globalizado en la grosería y la zafiedad. Yo creo que ya hay mucha más gente de la que pensamos que reivindican cambios y que reclaman mejoras a través de cambios.

¿Y cómo se puede observar que ese clamor es popular y diría que casi mayoritario? Pues no hace falta ser un Tezanos de la vida para conocer de primera mano los motivos y las motivaciones de cambio que están en el ambiente. Tan solo se trata de hablar con la gente de tu alrededor, para saber que hay un poso de deseo de que todo, o gran parte, cambie. Yo estoy seguro de que si se hiciera una encuesta rigurosa sobre la opinión de las personas de este país, sobre el estado actual de cosas, el resultado dejaría bien claro que las personas de este país, en una gran mayoría, quieren cambios, quieren que esto varíe de rumbo, quieren que el previsible destino cruel que nos aguarda, cambie de signo y de horizonte.

Pero no variará mucho la cosa. Creo que mucha gente volverá a apostar ingenuamente por los mismos de siempre, porque albergan esperanzas de que, de esta vez sí, será ese cambio, o al menos comenzaremos el camino hacia ese cambio deseado. Y no hay mayor error que ese, pues se volverá a repetir escenario y se volverán a repetir elencos de artistas y de protagonistas que nos llevarán de nuevo al mismo teatro en el que hemos tragado con infamias y con impresentables obras dramáticas, obscenas y de muy mal gusto para el espectador.

Volveremos a ser el país del camarero por antonomasia,  explotado hasta la médula mientras el patrón se ventila sus ganancias en otras terrazas de la competencia y a la vez de camaradería en la mafia hostelera. Volveremos a ser el país de la Ley Mordaza y la Reforma Laboral retocada para que sea más Reforma Laboral que de satisfacción a los esclavistas y a los malos repartidores de riqueza. Volveremos a ser el país de la mentira por bandera, del trile gubernamental y de la Casa Real encantada. Volveremos a ser el país de las maravillas para unos pocos y del infierno y la precariedad para la mayoría. Volveremos a ser el país de la discriminación educativa, de la televisión basura y de la otra basura que es la alimentación que, añadida a la también inmundicia judicial, nos llevarán a repetir escenas ya conocidas y asumidas como modo de vida única. Volveremos a ser el país de los políticos trileros, de las mafias organizadas para delinquir desde las Instituciones. Volveremos a ser el país del cortijo de unos que se hicieron con él tiempo atrás y que nos demostrarán de nuevo que son los putos amos. Y sin rechistar, porque según ellos, estamos, seguimos estando en un país democrático a más no poder, que estamos en un estado de derecho y que la justicia es igual para todos. Regresarán las desigualdades generalizadas y la miseria para muchos para dejarnos perplejos cuando veamos el calendario y comprobemos que estamos en pleno siglo XXI y retrasando las agujas para llevarnos a tiempos que creíamos haber superado.

Sí, volveremos a ser los mismos de siempre, creyendo que necesitamos un cambio, pero esperando a ver si estos que vienen, de nuevo nos llevan al cambio. No en vano, lo dicen con total claridad y con mucha vehemencia, en los mítines con los que nos machacarán todos estos días que quedan hasta que los ciudadanos de este país comprobemos que no hay cambios, pues volveremos a repetir lo mismo que llevamos haciendo en los últimos cuarenta años, es decir, que practicaremos algo, un poquito, de Democracia, en cuanto nos pongan las urnas delante para seguir dándonos la sensación de que vivimos en Democracia y que esta es la maravilla más grande del planeta.

Y ahí, ese día, firmaremos conformes a pie de papeleta para que todo siga igual, pero esperando a ver si estos nos traen ese cambio que tanto necesitamos y en el que tanto creemos. Ese día volveremos a darles visado y consentimiento a los que jamás, nunca traerán cambios que merezcan albergar esperanzas de que de verdad empezamos a cambiar.
Lo dicho: CONFORME Y FIRMADO.

Tititokokoki