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¿Estaríamos los españoles listos
para enfundarnos uno?
Teniendo en cuenta el estado
actual de cosas (Ley Mordaza mediante), lo más probable es que no. Y también
tengo dudas de que lo estuviéramos, aun cuando las cosas fueran diferentes a
las actuales. Nos hemos vuelto tan aburguesados y acomodados, que ni dándonos
palos en los lomos nos afectaría o nos haría soliviantarnos. Al fin y al cabo,
lo que sucede en estos momentos en España, y desde hace ya demasiado tiempo,
sería motivo suficiente como para colocarnos un chaleco de cada color del
amplio espectro de la gama de colores, pues este estado actual de cosas dan
para hacerse con un chaleco y empezar a ocupar las calles de manera indefinida,
hasta que a las autoridades, y no autoridades, se les dé por pensar en que nos
hemos dado cuenta de que esto no está bien. Y no solo ocupar las calles, sino
algo más que eso, pues para tener lo que nunca hemos tenido, y que por ley y
justicia nos corresponde, la cosa no sería tan solo la ocupación de calles y
plazas.
¿Y qué es aquello que no tenemos
y que por ley y justicia nos corresponde? La respuesta la encontraremos en los
chalecos amarillos. Ellos son lo que nos pueden dar la respuesta a todas y cada
una de nuestras incógnitas. Aunque, pensándolo bien, ¿es posible que alguien en
este país albergue alguna incógnita sobre lo que de verdad nos está sucediendo?
Yo creo que muy poca gente en este país tiene dudas. Pero de lo que si estoy
seguro, es que de que, más que dudas, la gente de este país tenemos miedos.
Creo que eso es lo que nos atenaza y nos subyuga; el miedo. Los miedos. Y con
la excusa de los miedos, algunas personas los usan como disfraz para esconder
su evidente apatía, su más que elocuente cobardía y su apariencia sobre que
todo va bien, o sobre la idea de que esto es lo que hay y no se puede cambiar.
Pero lo dicho, la respuesta está
en los chalecos amarillos. Sí, en aquellos chalecos que han conseguido sacarle
los colores a Macron y compañía, y que han conseguido un pellizco más de
Democracia, al obligar al Presidente de Francia a llevar a cabo una serie de consultas
populares para saber el camino que se debe seguir en aquel país vecino.
Lo nunca visto; un debate
nacional para establecer un nuevo contrato, tanto a nivel interno como a nivel
europeo. ¡Ahí es nada!
Pero no nos creamos que los
franceses van a tragar con este asunto, pues a poco que se presente estéril o
aparente, los franceses de los chalecos amarillos volverán a colgárselos, y
regresarán a las calles. A diferencia de lo que podría ocurrir en España, que
estamos más acostumbrados a que se nos convenza con cuatro palabras y con
gestos inanes, sin sentido o de apariencia de buenismo.
Es por esto que pienso que no
merece la pena más extensión en este artículo. Yo creo que la mejor manera es
esperar a ver cómo actúan los franceses, en función de lo que haga su Gobierno.
Y de ahí, sacaremos nosotros nuestras propias conclusiones, y sabremos
encontrar las diferencias, sobre lo que ocurre en aquel país vecino, o lo que
ocurre en el nuestro.
De todos modos, podríamos probar
a colocarnos un chaleco amarillo, salir a la calle, y después decir qué
sentimos. Después podemos hablar y llegar a conclusiones. Desde luego, que
razones tenemos más que de sobras, e incluso muchas más que los franceses.
Mientras, veremos que los franceses consiguen cosas, y nosotros seguimos igual.
Veremos que los franceses salen a las calles con sus chalecos amarillos en
cuanto se les toca un poco los cojones o se les hurga en sus bolsillos,
mientras que nosotros, los españoles, españoles, españoles, muy españoles y
mucho españoles, nos encogemos en nuestras casas, permitimos que se nos trate
mal, y quizá en algunos casos, hasta piden que les den más medicina de la
actual, y en dosis más grandes, pues con lo que tenemos, parece ser que no les
basta. Según dicen, España va bien, por lo que, colgarse un chaleco amarillo.,
o de cualquier otro color, parece que carece de importancia y no hay necesidad.
Tititokokoki