miércoles, 17 de enero de 2018

UNA MONUMENTAL ESTAFA




Y no es solo aquí, España, en donde se produce. Es a nivel mundial, pero el mal de mucho, no es consuelo para nadie, salvo para los tontos. 

Y por algún lugar habría que empezar. Igual que en otras ocasiones históricas, hubo un lugar en el que se plantó una semilla que afectó en algún cambio al resto del mundo, bien podría suceder que en España ocurriera algo que sirviera al resto del planeta, sobre todo al mundo mal llamado moderno, de ejemplo para que algún cambio se produjera para bien de la humanidad. ¿Por qué no?

Porque esto que vivimos, es una monumental estafa. Podríamos hablar de Godman Sachs, de Lehman Brothers, de JP Morgan, del Santander, del Bankia de Rato, del Mercado que no es saqueo, que es Mercado, de Perico de los Palotes, de Florentino, o del Ciudadanos de Aznar y Felipe. Podríamos hablar de la corrupción, de paraísos fiscales, de estafas bancarias, de rescates de los estafadores, o de la esclavitud. Podríamos hablar de la mentira que se institucionalizó, de promesas que no se cumplen, o de leyes que nos hacen retroceder a años que ya creíamos pasados y superados. ¡Claro que podríamos hablar de muchas cosas! Pero hay una que me corroe especialmente, y que creo que es la raíz de todos los males, de todas las tragedias por venir, de la hecatombe anunciada por activa y por pasiva. Y es la asquerosa y repugnante mediocridad política, que se transforma en mediocridad y estupidez social. Ahí tengo verdadera obsesión, y también tengo la sensación de que si la mitad del planeta, o la mitad de España, se dieran cuenta de la magnitud del problema, y de su maligna trascendencia, las cosas cambiarían como cambia la noche al día, y al revés también. Y es la desagradable sensación de que nos toman por idiotas, y la otra desagradable sensación de que somos realmente idiotas. O gilipollas.


Porque las cosas podrían ser más sencillas. Podrían ser más benignas, a poco que existiera mayor cordura, más énfasis en la reclamación y en la protesta, más sentido común y menos carreras por alcanzar metas imposibles. Que hubiera más espíritu crítico-constructivo y que la capacidad de análisis fuera modo de vida para tratar de conseguir que nos sigan llamando idiotas a la cara, o a que nos tomen por estúpidos, y también nos lo digan a la cara.

¿Acaso no sería bueno, que las personas de a pie no nos tuviéramos que preocupar de lo que hacen los políticos, porque tendríamos la certeza de que lo hacen bien, en lugar de haber alcanzado un nivel de desafección tan grande, que permite que los políticos lo hagan mal porque los ciudadanos estamos aburridos de hablar de política, porque ellos, los políticos, nos aburren y nos tratan de alejar del asunto político para que ellos, los políticos, puedan hacer a sus anchas, porque saben que no nos vamos a preocupar, porque estamos aburridos y cansados ante tanta prepotencia y tanto abuso de poder? 

¿No sería mejor que no tuviéramos que hablar de política porque las cosas son normales, en lugar de estar indignados todos los días, porque las cosas no son normales? O lo que es mejor, ¿no sería mejor descubrir la estafa y denunciar a esta clase política que lo único que hace es tratar de aburrirnos para que no hablemos de política, y para que puedan hacer a sus anchas?

Hemos llegado al punto en el que hablar de política es aburrido, es cansino. Pero lo peor es que, si hablamos de política, es porque los políticos lo hacen mal, por lo que podemos concluir en que, de lo que se trata, es de que  no hablemos de política, porque de esa manera ellos tienen mayor campo y más anchura en el horizonte. ¿No sería mejor que los políticos hicieran las cosas bien, que no tuviéramos que preocuparnos de ellos, que lleváramos una vida normal y tranquila, y que no estuviéramos todo el día pensando en la monumental estafa de la que estamos siendo víctimas constantemente? ¿Y no sería mejor que lo políticos tuvieran que hacer las cosas bien porque saben que si no las hacen se lo reclamaremos?

Pues, en mi opinión, esa es la monumental estafa, y debemos ponerle freno, obligando a los políticos a hacer bien las cosas, para que no tengamos que hablar de política todo el día. Si las cosas son así, no habrá lugar a más, ni a mayores estafas. Esa es la raíz. Hay que erradicarla.



Tititokokoki