domingo, 7 de enero de 2018

CUANDO NO SE APRENDE DE LA HISTORIA





Derecha en auge, versus, izquierda desunida, fracturada, decepcionada y decepcionante. Diría que incluso en vías de desaparición a causa de sus propios errores y de las injerencias maliciosas de la derecha, de las oligarquías empresariales y de las otras oligarquías, las financieras, ergo capital. Adenda, los neoliberales.

Nunca hubo en España un Gobierno de izquierdas potente, fuerte, sólido y con garantías. Ni siquiera las primeras horas de Felipe González. Por no haber, ni siquiera hubo intentona, más allá de leves grandilocuencias para ganarse la voluntad popular. 


Y no sería malo que lo hubiera. Poner freno a la avaricia de algunos se podría conseguir con un Gobierno consistente, apoyado, cómo no, por el pueblo. Pero para que eso pudiera existir, y que pudiéramos contemplarlo, es evidente que tendrían que hacer un equilibrio difícil entre conseguir la calma del sector empresarial y la satisfacción de la clase obrera. Un equilibrio de fuerzas entre los representantes sindicales y la clase empresarial, como ocurrió en algunos instantes en el pasado. No sería fácil, ni mucho menos, pero sería el principio de algo que hiciera ver que la situación actual no lleva a ninguna parte, más que a la desigualdad permanente, e in crescendo, y las injusticias multiplicadas por mil, así como un reparto desigual y desproporcionado de la riqueza.

Por otro lado también tendría un objetivo nada fácil de conseguir, como serían los derechos sociales, vapuleados estos durante décadas y llegando a los días de hoy en el que están casi en su total extinción. 

La historia enseñó que la izquierda de este país no tiene las líneas bien definidas, lo que hace que reparta miedos e incertidumbres tanto a derecha como a izquierda, tanto a nivel empresarial como social o laboral. Y eso es una piedra en el zapato que deben quitarse de inmediato, o de lo contrario acabará por desaparecer y nos veremos todos abocados a un centro político que en nada beneficia a unos, mayorías, y en todo beneficia a otros, minorías acaudaladas cada día más, y con mayor poder, si cabe. Y no solo eso, sino que también se les da pie a las élites derechonas, representantes sin igual del capitalismo salvaje reinante, y del neoliberalismo atroz que padecemos,  para que campen a sus anchas en un lodazal en el que solo ellos, los de derechas, saben moverse bien y a gusto. 

O sea, o la izquierda se reinventa dentro de un escenario en el que sepa aglutinar intereses de unos, y derechos de otros, o la izquierda quedará postergada a la pírrica y humillante magnitud que supone una representación insignificante y de poca o ninguna trascendencia para los intereses generales y para la preservación de derechos humanos fundamentales. Y en esa deriva, en esa extraña y maligna dimensión, todos los ciudadanos, y los trabajadores, llevamos las de perder. 

Y ya llevamos mucho perdido como para soportar el ir tirando por la borda mucho más. 





Tititokokoki