Después de darle muchas vueltas, no me puedo engañar: en el
26J ha habido fraude electoral.
Es física y metafísicamente imposible que
Unidos Podemos haya perdido 1.200.000 votos. Pero da igual.
El autor del fraude
va contracorriente de la historia.
Es llamativo que en las
únicas comunidades en donde las encuestas a pie de urna coinciden con
los resultados de las elecciones sean Euskadi y Catalunya, en las únicas donde
el PP y PSOE ni pinchan ni cortan.
Además, ya sabemos cono se las gastan los
poderes fácticos de este país.
Tenemos un precedente que nadie discute: en 1996
oligarcas y directivos de medios de comunicación –Anson, sin ir más lejos- se
conjuraron para derribar a Felipe González, el propio Anson lo ha confesado mil
y una vez.
Entiendo que los paternalistas poderes de este país hayan
considerado que la victoria electoral de Podemos o, incluso, su sorpasso al
PSOE, podía suponer un grave peligro para España. Pero hay que recordarles a
estos señores que la democracia está para algo, que no son ellos los que ponen
las líneas rojas sino el pueblo soberano.
Es más que evidente que en el 26-J se ha producido un
pucherazo. Hoy nadie lo va a reconocer, pero dentro de unos años se estudiará
en todos los colegios de España.
Sabemos que esta democracia, la restauración borbónica
posfranquista, está preñada de franquismo y, seguramente, tendrán que pasar
algunos años hasta que nos acabemos de librar de estas metástasis de la
dictadura.
Es algo lamentable pero lo podemos aceptar porque sabemos de donde
venimos.
Lo triste es que un partido como el PSOE sea cómplice de este
enjuague. En cualquier caso, el tiempo corre y el tiempo pondrá a cada uno en
su lugar.
Da igual. Nos costará más tiempo alcanzar un sistema democrático, pero lo alcanzaremos, los jóvenes son el futuro y ellos ya han elegido desinfectarse del virus franquista.
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