viernes, 19 de febrero de 2021

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

¿Podemos cambiar el futuro?

Esta pregunta se la hace Arnold Schwarzenegger a Linda Hamilton en “Terminator: destino oscuro”. En esta franquicia cinematográfica se juega con la posibilidad de futuros alternativos al del apocalipsis de la humanidad. Yo creo que cada decisión personal en cada momento puede cambiar nuestro futuro. Y en el mundo también, porque sería la suma de miles de millones de decisiones humanas. Y esto indican la física cuántica y teoría de cuerdas al afirmar que esta suma de decisiones podría originar universos paralelos en un multiverso de realidades múltiples (esta idea estaba presente en las películas de “Regreso al futuro”).

Cuando era joven fantaseaba con la idea de mi futuro y cómo sería de mayor. Pero la vida te da sorpresas y el azar decide más que lo que uno imagina y quiere. Al final no soy lo que imaginé porque intervino la suerte.  Y quizás al mundo le sucede lo mismo, que va donde el azar decide. En todo caso, ni el mundo ni yo sabemos hacia dónde vamos.

En mi entrada anterior hablaba sobre las ideologías a lo largo de la historia. No sé si siguen vigentes, pero creo que el mundo va a tal velocidad que esos parámetros ideológicos pueden haber quedado obsoletos, superados e insuficientes para un futuro de realidades nuevas, distintas y complejas. Por eso podemos preguntarnos ¿cómo será el mundo del mañana?  Pues ni puta idea y no creo que nadie lo sepa. Así que esta entrada será una especulación sobre posibles escenarios. Y digo “posibles” porque todo puede suceder, la historia futura no está escrita y solo finalizará cuando finalice la especie humana y no quede un humano sobre la faz de la tierra. Fukuyama pecó de optimismo y se columpió cuando habló del “fin de la historia”. Mentira cochina, claro (lo siento por él y por otros profetas antihistoria).

El escenario esperado hasta hace pocos años nos hablaba de un futuro idílico en el que los avances en ciencia y tecnología solucionarían todos los problemas de la humanidad. Acabaríamos con el hambre, las guerras y las enfermedades. El ser humano alcanzaría el cenit de la civilización, todos seríamos felices, comeríamos perdices y estaríamos hiperconectados en una red mundial de paz, amor y plus en el salón. Por fin nos regiríamos por una ética universal donde los valores morales se impondrían sobre el egoísmo personal y la fría tecnología. En este relato maravilloso pensábamos que el futuro de nuestros hijos sería mejor que el de sus padres, que tendrían mejores sueldos y que tendrían más calidad de vida. En esta línea de mejora humana “ad aeternum” están los transhumanistas, que nos hablan de un ser humano mejorado y con capacidades aumentadas por la tecnología. Algo así como cyborgs que conservarían sus emociones y humanidad.



Suena bien, ¿verdad? Pues no, “nastic de plastic”, que diría el castizo. El mono cabrón que llevamos dentro asoma el hocico, así que ya podemos ir olvidándonos de utopías y pensamientos Alicia porque el futuro es distópico de narices. Cada vez es más obvio que habrá tensiones y desequilibrios en el planeta, que viviremos peor y que nuestro nivel de vida será inferior, con menores salarios y menos calidad de vida.

Thomas Pikkety en su obra “El capitalismo del siglo XXI” nos habla de una regresión al siglo XVIII porque el capital está concentrado cada vez en menos manos: la nueva aristocracia.  Umberto Eco y Roberto Vacca dicen que vamos hacia una “Nueva Edad Media”. En esta estructura neofeudal los nuevos señores feudales serán las multinacionales, oligarquías financieras y clase política. Y los demás seríamos el pueblo llano, los vasallos y la plebe. Incluyendo obreros, proletarios y burgueses mejor o peor adaptados. Esta aristocracia de señores feudales nos controlaría mediante los medios de comunicación de masas, como dice Noam Chomsky al hablar de estrategias de manipulación mediática y doctrina del shock.

Otro hipotético escenario sería el de un colapso civilizatorio debido a las contradicciones del sistema capitalista “depredador y consumista”. Colapso al que se sumaría la crisis ecológica y energética, la sobrepoblación mundial y la escasez de recursos. La solución a este colapso podría venir del ecosocialismo o de modelos alternativos de “decrecimiento armónico” (esto dice también SC cuando habla de “decrecimiento económico, armonía y equilibrio”).



La idea de “nueva aristocracia y nuevos señores feudales” concuerda perfectamente con la hipótesis defendida por muchos autores de una élite capitalista global frente a la que se resisten los movimientos reaccionarios o identitarios (otros los llamarían fascistas o neofascistas”). De hecho, muchos autores dicen que la dicotomía Izquierda-derecha ha sido sustituida por la batalla entre globalistas e identitarios. Este escenario sería una nueva “lucha de clases”, pero la definitiva, versión 2.0, remasterizada, centrifugada y actualizada.  Los nuevos “explotadores” de este capitalismo global serían Empresas Tecnológicas (Google, Apple, Facebook, Amazon, etc), fondos de inversión y banca. Y los magnates serían George Soros, Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, la familia Rockefeller, los Rotschild, etc  (y últimamente Xi Jinping). Estos magnates se juntan de vez en cuando en el Foro de Davos para darnos instrucciones de cómo debemos vivir y qué estilo de vida debemos adoptar, cosa que pueden hacer porque sus fortunas son mayores que los PIBs de muchos países. Estas élites o nuevos aristócratas predican un "internacionalismo económico y multicultural” y les da igual las fronteras, los países y las culturas.  Y quizás esto explica el apoyo de muchos yankees al “fascista” Trump, que sería un nacionalista votado por los identitarios que defienden una USA de valores tradicionales y que se resiste a ese internacionalismo económico (lo que me recuerda al internacionalismo marxista: espero que los marxistas del blog me permitan esta “boutade”).

Hay un escenario que me gusta mucho y estoy seguro de que hará las delicias de los anarquistas del blog. Es un escenario de Anarquismo y democracia digitales que aprovecha la tecnología de las redes sociales para que todos podamos votar de forma rápida y segura. Un mundo de personas libres y librepensadoras, con espíritu crítico, ideas propias y liberadas de doctrinas y corsés que estados e instituciones nos imponen. Un escenario donde el Bitcoin y monedas digitales nos liberen de los corsés de poderes políticos y bancos centrales. Aunque pensándolo bien, no sé si sería el triunfo del neoliberalismo más que el del anarquismo (o ambos juntitos de la manita, vaya usted a saber).

Un escenario muy plausible sería un mundo a dos velocidades con división de zonas desarrolladas y zonas no desarrolladas. Un mundo de dos áreas enfrentadas y separadas por un muro económico. Sería una especie de “Imperio Romano” y “Mundo Bárbaro” en el que no sabemos si los nuevos bárbaros serían los musulmanes, el tercer mundo, los pobres, los inmigrantes que se agolpan en las fronteras o los que ya trabajan en nuestras sociedades. Un mundo que sería la versión global de “hombre rico, hombre pobre” y en el que este último acabaría invadiendo el primero porque no se puede poner puertas al campo ni a la pobreza.

En otro escenario posible habría una coexistencia de culturas y civilizaciones en un mundo multipolar con varios centros de poder y áreas de influencia: Occidente, China, Rusia, Islam, etc. En este escenario coexistirían sistemas distintos como el capitalismo duro o salvaje (USA), el capitalismo liberal-socialdemócrata (UE), el socialismo de mercado (China) y sistemas autoritarios (Islam).  Pero claro, coexistir no es fácil, Occidente se resistiría a dejar el liderazgo y podría haber un “choque de civilizaciones” entre distintas culturas (como decía Samuel Huntington).

Otro escenario posible sería la sustitución de la hegemonía occidental e imperio USA por la hegemonía asiática con China como líder indiscutible. El ciclo occidental (imperios inglés, francés, holandés, español, etc) que comenzó en el siglo XVI habría llegado a su fin y ahora le tocaría a China. Este país es el mayor tenedor soberano de deuda pública estadounidense y de muchos países. Con un total de 1,12 billones de dólares en bonos del Tesoro de USA en cartera, Pekín podría utilizar este armamento económico y dar un puñetazo sobre la mesa si Washington se pusiera farruco y continuara tocándole las pelotas. Esta hegemonía china y éxito de su modelo autoritario supondría un futuro inquietante para Occidente por la eliminación de la democracia parlamentaria de DDHH y libertades (esto suena desasosegante para nosotros, ¿no?). Como dice un proverbio chino para maldecir a alguien, “así vivas en una época interesante”.

No quiero imaginar ni me atrevo a hablar de futuros distópicos y apocalípticos. Como una posible guerra nuclear y destrucción del planeta (con posterior invierno nuclear y vida en refugios nucleares), un colapso económico mundial (con el consiguiente caos, desorden y fin de la civilización) y un apocalipsis ecológico por superpoblación, falta de recursos y destrucción de los ecosistemas. Por no hablar de la huida de la humanidad a otros planetas en naves espaciales tras la destrucción del nuestro.

Pero como el ser humano es superviviente por naturaleza y renace de sus cenizas (como el ave fénix), quiero pensar que estos escenarios chungos podrían desembocar en un nuevo orden planetario y gobierno mundial con instituciones globales totalmente distintas a las actuales (esta idea de un gobierno o autoridad mundial ya había sido propuesta por Kant y Einstein). Esto sí que sería el nacimiento de un hombre nuevo y no el que decían algunas ideologías. Un hombre nuevo que priorizaría la ética sobre la tecnología, porque hasta el día de hoy esta última ha ido a toda leche mientras que la ética ha ido a pedales.

Como decía el grupo Asia, “Only time will tell” (sólo el tiempo lo dirá). El futuro está ahí. Hagan sus apuestas.

pepito perez