viernes, 11 de diciembre de 2020

UNIPARTIDISMO

 ¿Son los países gobernados por partidos únicos democracias?

La respuesta es clara y contundente ¡No!

Antes de nada, digamos que, en la actualidad, los cinco principales países gobernados por partidos únicos son:

- China.

- Corea del Norte

- Cuba.

- Laos y

- Vietnam.

Todos tienen algunas características comunes, como es que la ideología que los sustenta a todos es el socialismo: Socialismo a secas (en Cuba), socialismo Juche (en Corea del Norte) o socialismo de mercado (en China, Laos y Vietnam).

Otra característica es que todas provienen o se instauraron tras una cruenta guerra civil, con una gran represión y posterior eliminación de la disidencia.

Y aunque la mayoría tiene una Constitución envidiable, pero con artículos sobre la inmovilidad del socialismo y la apertura a la Economía de mercado, todas presentan restricciones: a la libertad de movimiento, control y bloqueo de internet y de las redes sociales, a la libertad de expresión, de manifestación o reunión, a la libertad de prensa y la propiedad privada está muy limitada. También la mayoría realiza detenciones de ciudadanos díscolos catalogados como detenidos de conciencia, incluso son llevados en algunos casos a centros de reeducación.

Se podría argüir dialécticamente que estos tipos de socialismo en realidad son un paso previo al ansiado comunismo y que, a su vez, este comunismo es un segundo paso previo al comunismo libertario. Pero la realidad a día de hoy nos golpea y nos dice que estos países siguen anclados en la dictadura del proletariado, que es la otra o la misma cara de la dictadura del capital, y que la entrada de capital y empresas extranjeras y las transacciones comerciales con el exterior han dulcificado un tanto esa dictadura, así como que gracias a tener en sus manos los medios de producción han conseguido un gran crecimiento económico. El uso posterior de dicho crecimiento económico para conseguir la igualdad, 

la asistencia sanitaria y educativa de todos los ciudadanos o para mejorar la defensa del socialismo potenciando el ejército y la tecnología armamentística, marcaría el progreso de dicha revolución.


FOTO Monkey Parliament de Banksy

En las democracias pluripartidistas consolidadas, se podría afirmar que la distribución de la riqueza está garantizada por los impuestos que cada individuo o empresa aporta al erario público y que el Gobierno distribuye proporcionalmente en la asistencia universal sanitaria y social, en la educación, la investigación, las infraestructuras, etc., para corregir las desigualdades sociales. Aunque haya casos de corrupción política.

¿Pero cuáles son los retos con los que se encuentran los países y sociedades modernas?

Uno de ellos es la carrera armamentística, o el pulso por la supremacía militar y económica que todas las grandes potencias quieren liderar. Porque estar bien armado es una medida disuasoria ante los enemigos, la sumisión de los amigos y un buen negocio para encender la mecha de una guerra, a ser posible, lejos del imperio.

Esto lleva a que, por un lado, las grandes corporaciones tecnológicas capitalistas se apoderen de la producción militar y tecnológica, y por el otro, los países socialistas, para competir en el mercado global, recortan las libertades sociales: de expresión, de prensa y manifestaciones y, armándose hasta los dientes, reducen el gasto en beneficios económicos a sus clases trabajadoras.

Todo esto ha revolucionado y complicado el panorama mundial, pues en países donde existe la pluralidad de partidos, podría decirse que ante Constituciones donde no están garantizados los derechos fundamentales de los ciudadanos: cuando gobierna la derecha, reduce los derechos laborales y sociales y cuando gobierna la izquierda, los aumenta, en una especie de baile de la Yenka: 

¡¡Izquierda, izquierda, derecha, derecha,

adelante, detrás, un, dos, tres.


Lo que viene siendo una intolerable pérdida de tiempo, ya que los derechos laborales y sociales deberían estar consolidados y ser susceptibles solo de mejoría y no de reducción.

Hay una característica común a todos los sistemas políticos actuales que es la excesiva burocratización y aumento del aparato del Estado.

Otro reto que afecta a las democracias occidentales es la avalancha de inmigrantes, personas que no teniendo nada que perder, nada más que sus vidas, la arriesgan huyendo de la tiranía de sus países y las guerras, y llegan a los países fronterizos como al Dorado en pos de una Arcadia feliz que los nativos aun no conocemos, pero que los inmigrantes creen que disfrutamos.

Aquí se produce otro curioso fenómeno que es que los lugareños, o sea los que llegaron aquí primero, ante esa muchedumbre de hambrientos, ven peligrar su pan con manteca y sienten xenofobia y en consecuencia sufren una exacerbación de nacionalismo rancio.

La realidad es que, aunque haya aproximaciones, no existe un país que haya conseguido la sociedad perfecta, más justa en bienestar y derechos sociales, con pluralidad de partidos y libertades individuales.

Foto Parlamento chino

Si miramos a China, observamos cómo ha pasado en tres décadas del maoísmo o comunismo chino a una economía capitalista, autoritaria y con un fuerte componente nacionalista.

Es cierto que China permite que haya ocho partidos que colaboran y aceptan la autoridad del PCCh. Aunque la Constitución china garantiza la libertad de expresión, utiliza la cláusula de “subversión del poder estatal” para encarcelar a cualquier persona. Controla, censura y encarcela a disidentes y periodistas. Prohíbe religiones como la islámica.

En China no hay elecciones. Cada 5 años, más de 2000 delegados, llegados a Pekín de todos los rincones, a puerta cerrada, votarán a los miembros del Comité Central, formado actualmente por 205 personas. Entre ellos, saldrán posteriormente los elegidos para entrar en el Politburó (ahora compuesto por 24 miembros) y, finalmente, el Comité Permanente, el órgano ubicado en la cúspide de la pirámide de poder del PCCh: actualmente sólo está formado por siete hombres, los más poderosos de China. De ellos sale el presidente que a su vez es el secretario general del PCCh. Su mandato era de 5 años y dos mandatos. En 2018, una reforma constitucional permite presentarse indefinidamente a la reelección.

Algunos especialistas en el marxismo opinan que actualmente China se encuentra en una fase similar a la de la Nueva Política Económica en los primeros años de la URSS, asentando el capitalismo para, una vez superada esa fase de transición, poder dar el salto definitivo a un modelo socialista afianzado.

Por el contrario, si miramos a otro gran país también surgido tras una guerra civil, los Estados Unidos de América (USA), paradigma del capitalismo mundial, donde vales por lo que tienes, apenas hay Sanidad pública y servicios asistenciales mínimos, y tiene 40 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Su sociedad es bastante racista con la población negra e hispana. Aunque podemos afirmar sin titubeos, que allí cualquiera puede ser presidente, la realidad es que solo cualquiera que consiga que le avalen los padrinos capitalistas.

Su Constitución legitima el pluripartidismo, hasta tiene un partido comunista americano, pero residual. En las elecciones teóricamente puede ganar cualquiera, pero de hecho, solo pueden ganar o los demócratas o los republicanos, o sea: o la derecha o la extrema derecha.


foto parlamento europeo

Simpatizo con algunas socialdemocracias centroeuropeas, sobre todo con Dinamarca (el séptimo país más rico del mundo) que, aunque es una monarquía parlamentaria con casi seis millones de habitantes, ha favorecido el estado de bienestar y garantizado el acceso a los servicios públicos, haciendo gran hincapié en la redistribución de las riquezas, la inclusión social y la universalidad de las prestaciones, con una elevada participación de los sindicatos.

Dinamarca es el país que menos corrupción ha experimentado en el mundo. La mayoría de los daneses apoyan el nivel de impuestos porque saben que es manejado correctamente, en favor del Estado de bienestar y para beneficio de todos.

En Dinamarca, la Educación y la Sanidad son gratuitas, con ayudas para los estudiantes y para adquirir una vivienda los que tengan salarios bajos.

Si me diesen a elegir un país para vivir, elegiría a Dinamarca sin duda. Aunque Vietnam también me llama mucho la atención, por ser el 80% de la población practicante del Budismo Mahayana, por practicar la medicina tradicional natural y la Acupuntura, exenta de efectos secundarios.

foto parlamento vietnamita


Ivanjoe