José Antonio Primo de Rivera hijo del dictador Miguel Primo de Rivera fundó en 1933 la Falange Española, la organización política que más asesinatos ha cometido en España. Una organización inspirada en el Partido Nacional Fascista italiano y cuya única vocación era el erradicar cualquier atisbo de democracia en España.
José Antonio, de carácter violento y que protagonizó varias trifulcas incluyendo un puñetazo a Queipo de Llano, no tardó en crear una milicia armada con el objeto de realizar acciones terroristas denominada inicialmente como “Falange de Sangre” y que después pasó a llamarse “Primera Línea”. Estas milicias fascistas actuaron desde 1934 e incrementaron sus acciones coincidiendo con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
Mientras que las bandas falangistas se ocupaban de crear el terror en las calles José Antonio no dejó de conspirar para derrocar la democracia republicana con monárquicos partidarios de Alfonso XIII, carlistas y militares, principalmente africanistas.
Fue detenido en marzo de 1936, lo que no le impidió seguir conspirando para derrocar la República manteniendo contactos con militares, alfonsistas, carlistas y empresarios. Ingresó en la cárcel Modelo de Madrid y el 5 de junio se le trasladó a la cárcel de Alicante.
Tras el golpe de estado del 18 de julio fue acusado de conspiración y rebelión militar. Fue juzgado y condenado a muerte en el mes de octubre. Fue fusilado el 20 de noviembre tras ser confirmada la sentencia por el Tribunal Supremo.
José Antonio fue enterrado en una fosa común junto a otros tres fusilados el mismo día, no hubo informe forense y no se expidió el certificado de defunción hasta el 5 de julio de 1940, una vez acabada la guerra civil.
Parece ser que la muerte de José Antonio, por diversos motivos, no interesaba a ninguno de los dos bandos, por lo que no fue especialmente publicitada.
Unos días después del fusilamiento Elizabeth Asquith, hija del primer ministro británico y locamente enamorada de José Antonio, consiguió que un funcionario de la embajada británica, enviado por el Foreign Office, se personara en el cementerio de Alicante en busca de una prueba del fallecimiento de José Antonio. En presencia del juez se abrió la fosa en la que había varios cadáveres. El juez preguntó a los trabajadores del cementerio si serían capaces de identificar el cadáver y respondieron que no había duda, que le habían enterrado boca abajo por si resucitaba, e intentaba salir, solo pudiera excavar hacia abajo.
Tras la exhumación el cadáver fue inhumado en un nicho del mismo cementerio.
Al terminar la guerra los partidarios de José Antonio decidieron ir a buscar sus restos al cementerio de Alicante para llevarlos a la basílica del Escorial, lo llevaron a hombros en relevos cada 10 Km plantando un monolito cada vez que se producía el relevo, al pasar por cada población la gente salía a su paso, más por miedo a ser tachados de rojos que por devoción al fascista. Así tras su paso por la basílica del Escorial los restos de José Antonio acabaron en valle de Cuelgamuros. O no…
Años más tarde en el París de los años 60 un viejo anarquista valenciano andaba contando por los bares una curiosa historia: Días después del fusilamiento de José Antonio se fusiló en Alicante a un proxeneta negro de origen cubano que posiblemente fue enterrado en la misma fosa común en la que enterraban a los sentenciados a muerte…
El viejo anarquista decía que pudiera ser que los restos que tan animosamente cargaron a hombros los falangistas pudieran no ser precisamente los de José Antonio. Veremos si cuando exhumen el cadáver enterrado en el altar mayor de la basílica de Cuelgamuros, y se le haga un análisis de ADN, no nos llevamos una sorpresa…
Wendix