viernes, 6 de marzo de 2020

23-F LOS TRES GOLPES


Aquel lunes 23 de febrero de 1981, a pesar de lo que posteriormente hayan dicho y dijeran Gobierno, fiscal militar y medios de comunicación, se entrecruzaron, zancadillearon, coaccionaron y descubrieron los hilos de tres golpes que se tejían hacía tiempo.

A lo largo de 1980 se fue haciendo evidente la debilidad e incapacidad del Gobierno Suárez. Además, las simbólicas y ridículas penas impuestas a los implicados de la “Operación Galaxia” produjeron entre los sectores más reaccionarios del Ejército un efecto de envalentonamiento y un sentimiento de impunidad. El 2 de octubre se empieza a realizar una serie de reuniones entre generales, pero sobre todo coroneles con mando en plaza de distintas Regiones Militares. Se empieza a perfilar el proyecto golpista. Este “Golpe de los Coroneles”, cuya fecha se fija para el 2 de mayo, tiene como objetivo fundamental deponer al presidente Suárez y situar al frente del país una Junta Militar que, sin nostalgias hacia el pasado franquista, ponga orden sacando a la economía adelante, frenando el proceso autonómico que para ellos representa la desintegración de España y que termine de una vez por todas con el “terrorismo separatista de ETA”. El golpe de Turquía constituye un ejemplo a seguir. Se trataba de imponer una dictadura militar hasta conseguir los principales objetivos propuestos.

Sin embargo, los miembros de la JUJEM que no están de acuerdo con estos planes, empiezan a organizar otra acción que, adelantándose a ellos, los haga inviables. Lo primero es buscar al hombre que lo encabece, y lo encuentran en el general de brigada Alfonso Armada, que en esos momentos es gobernador militar de Lérida. Armada ha sido siempre un hombre ligado a Juan Carlos y llegó a ser secretario de la Casa Real, puesto del que fue cesado tras un enfrentamiento con Suárez.

Muy resumidamente, por fuerza del formato, ofrezco una panorámica de los tres golpes:

“OPERACIÓN DE GAULLE”

Se trataba de realizar un golpe blando monárquico y atlantista apoyado en círculos conservadores que, aprovechando la crisis de UCD, culminase en un Gobierno de Gestión o de Salvación Nacional, basado en Coalición Democrática, UCD, PSOE y apoyado desde fuera por el PCE. Para llevar al general Armada a la presidencia de este Gobierno se establece una estrategia cuyos distintos pasos consisten, en primer lugar, en buscar el apoyo de estos partidos para dicha iniciativa y crear una cierta opinión en torno al tema; después, una vez conseguido esto, lograr la dimisión de Suárez en febrero, abriendo una crisis que se resuelva temporalmente con un gobierno transitorio de Calvo Sotelo, hasta que los partidos parlamentarios se pronuncien por un Gobierno de Salvación Nacional. Entonces se realizaría, dentro del marco constitucional, el golpe “blando” que llevaría a Armada al poder. La fecha que se establece para consumar este proyecto, al que se ha dado en llamar “Operación De Gaulle”, es la del 21 de marzo.

No parece pues que el PSOE, tras diversos contactos previos, le hiciera ascos a la oferta del general Armada, sino que, muy al contrario, se constituye, a partir de la entrevista de Lérida, en el centro de sus expectativas políticas y además a corto plazo. Felipe González no habla de negociar con la UCD para formar un Gobierno de Coalición, sino de que en una situación de deterioro grave, de emergencia, o dicho de otro modo, de golpe, estarían dispuestos a entrar en un Gobierno como ese.

El rey está al tanto de la “solución Armada” y en un contacto con Suárez en Baqueira le hace ver la necesidad de su dimisión, a lo que Suárez se niega pues no quiere dejar el Gobierno hasta las elecciones generales del 83. Acaba cediendo a las presiones pero dimite antes de lo previsto. Esta precipitación coge desprevenidos tanto a los coroneles golpistas de Mayo como a los partidarios de la “Operación De Gaulle” que inician una carrera contra reloj para ajustar sus planes y no perder la ocasión que el vacío de poder presenta. Pero la dimisión de Suárez viene sin embargo a solucionar un problema: daba luz verde al nombramiento de Armada como segundo jefe de Estado Mayor del Ejército.

La “solución Armada” empieza a filtrarse a la opinión pública ya desde principio del mes de febrero. Todo está preparado para el 21 de marzo. Pero algo va a trastocar todos los planes.

OPERACIÓN “LOS ALMENDROS”

Los sectores ultras, tanto civiles como militares, están perfectamente informados de todos estos movimientos y apoyan el golpe del 2 de mayo, pero a partir de un momento concreto empezarán a tener sus propios planes. Se fijan las medidas a tomar y los apoyos internacionales y económicos que hay que buscar. También se habla de formar una Junta Nacional de Defensa Civil, y además una Junta Cívico-Militar para las que se propondrían a las autoridades militares los nombres de Blas Piñar, Luís Peralta España y José Utrera Molina. El cuadro institucional se completaría con un Gobierno militar de ocho miembros.

Se trata de un grupo de franquistas que preparan un golpe franquista, o para ser más exactos, que tratan de escorar el golpe militar de mayo hacia posiciones más netamente fascistas al viejo estilo. No se trataba de recurrir a la vieja verborrea franquista, sino de crear un clima de estilo frío, calculado, con apariencias de racionalidad en sus análisis de la situación del país, lo que permitía además disimular sus orígenes (en los sectores más reaccionarios y fascistas) y ensanchar así la posible base social para estas ideas golpistas. El instrumento para ello “El Alcázar”, órgano de expresión de la Confederación Nacional de Combatientes, cuyo presidente era José Antonio Girón. El nombre, el ya conocido colectivo “ALMENDROS”, una conjunción de nostálgicos combatientes, de políticos reaccionarios de la derecha más integrista y, curiosamente, de personas, civiles o militares, relacionadas con los Servicios de Inteligencia de Presidencia del Gobierno creados por Carrero Blanco.

Antonio Tejero Molina ha entrado en contacto con el también teniente coronel Pedro Mas, ayudante de campo de Milans, y ha sido encargado de la preparación y ejecución práctica de todo lo referente a la ocupación del Congreso. El 23 de enero se reúnen en Madrid diecisiete generales y discuten la conveniencia de realizar un golpe de Estado. Quince se pronuncian a favor. Los otros dos no se oponen, pero piensan que si se emprende la acción golpista, ésta fracasará. A partir de la dimisión de Suárez el 29 de enero todo se precipita. 

EL TERCER PROYECTO DE GOLPE: “DUQUE DE AHUMADA”

El teniente general Miláns del Bosch inicia una gira por las distintas Capitanías Generales con el fin de conseguir un compromiso para adelantar el golpe de mayo y hacerlo antes del 21 de marzo. Los capitanes generales dudan, pero al menos Miláns del Bosch obtiene el acuerdo de los más influyentes: Merry Gordon, Polanco, González del Yerro… de permanecer neutrales en caso de que se realice una acción minoritaria en ese sentido. Es a partir de aquí cuando los sectores más decididamente franquistas que participaban en la acción de mayo deciden lanzarse por su cuenta. Su objetivo primordial es adelantarse a la “Operación De Gaulle” del 21 de marzo, quemar a Armada y dejar el camino libre para el golpe de mayo, o incluso si las cosas salen bien, obligar al resto de los militares que están en el asunto de mayo, y que se niegan o tienen sus dudas sobre el adelantamiento de la acción, a sumarse a esta iniciativa, minoritaria en un principio pero que de obtener su apoyo puede resultar triunfante. La suerte está echada.

El lunes, 10 de febrero, el rey, tras las consultas con los distintos partidos parlamentarios, designa a Leopoldo Calvo-Sotelo como candidato a la Presidencia del Gobierno.

La JUJEM y Armada conocen lo que se cuece en torno al 2 de mayo. Asimismo la existencia de la “Operación De Gaulle” ha sido filtrada a los generales y coroneles. Los militares del movimiento de mayo saben pues que se prepara una acción previa a la suya encaminada a hacerla en gran medida inviable. Pero esto también lo saben el grupo de militares franquistas que, aún participando en el movimiento más general de mayo, preparan una operación, la que ya se ha dado en llamar “Duque de Ahumada”, que se adelantará al 21 de marzo. Es una carrera contra reloj para ver quién da el golpe antes.

Se produce el “tejerazo”. Casi un mes más tarde de esta fecha, el 17 de marzo, el ministro de Defensa, Alberto Oliart, suministra al Congreso la versión “oficial” de los hechos. Hay una tendencia en él a restringir el número de conspiradores, sólo se habla de aquellos cuya participación es demasiado evidente y difícil de ocultar. Se disculpa a los Servicios de Información el que no advirtieran del golpe de Tejero porque sus autores, “anteponiendo la seguridad a la eficacia”, buscaron la participación de “muy pocas personas”. Se insiste, sin embargo, a pesar del complot general de los estamentos armados, que una de las razones del fracaso del golpe fue la de “la lealtad y obediencia a la Constitución y al rey de la práctica totalidad de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado”, en fin, se ignora todo lo relacionado con la “Operación De Gaulle” y los numerosos militares implicados en ella.

Tejero tiene secuestrado al Congreso. Miláns ha sacado los tanques a la calle en Valencia. Una buena parte de los capitanes generales están indecisos. Ni el rey ni el más alto mando militar están dispuestos a plegarse a un golpe militar, puro y duro, que no dominan completamente y que pretende ir mucho más lejos en lo político y en lo represivo de lo que pretenden la Corona y la JUJEM con el “plan de Marzo”. La propia corona estaría en peligro… No hay otra alternativa que adelantar los planes de marzo.

Armada se presta a ir a las Cortes a proponer un Gobierno presidido por él. Su intento: frenar el “tejerazo” y poner en práctica su “Operación De Gaulle” con el consentimiento de la JUJEM y de la Corona. En efecto, Armada entrará en el Congreso con el general Prieto para negociar con Tejero al filo de la media noche. Armada le plantea a Tejero que quiere salir al hemiciclo para obtener de los diputados la investidura como presidente del Gobierno. Tejero no está de acuerdo.

Del mismo modo que el rey no está dispuesto a conciliar con la operación “Duque de Ahumada”, Tejero no está tampoco dispuesto a conciliar con la “solución Armada”. Y no sólo eso, sino que hace todo lo posible para eliminarla, y para ello hay que dejar la acción de marzo sin la persona que la tiene que encabezar. ¿Cómo? Desprestigiándola, filtrando a la prensa la conversación que ha mantenido con Armada.

Los generales Gabeiras y Quintana han sentenciado el “tejerazo” al impedir la toma de Madrid por la “Brunete”. Tejero, impidiendo la entrada de Armada al hemiciclo ha desarticulado la “Operación De Gaulle”. La situación crítica creada por el asalto al Congreso está entrando en vías de solución, Armada será sacrificado. Las dudas se acaban, y el rey enviará a Miláns un télex que empieza así: “Confirmando la conversación teléfonica que acabamos de tener, te hago saber con toda claridad lo siguiente: 1º Acabo de dar un mensaje por televisión, afirmando mi rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás.” 2º Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse en el rey. Es contra el rey…

Flan Sinnata