Buenas.
En este Domingo de mes de
Abril, siendo 24 de mes, del año 2016, en pleno siglo XXI, en España
se dirime una situación ciertamente compleja, novedosa y enrevesada.
La cuestión en sí, ya no es si llevamos ciento y pico de días sin
Gobierno, si no que lo que forma la preocupación ciudadana es quién
será el que gobierne o quienes serán los que lo hagan.
Ahí está
el quiz de la cuestión, porque dependiendo de quién vaya a ser,
dependerán muchas cosas para el futuro de este país.
Por un lado,
se puede seguir con el bi-partidismo reinante desde la generación
del 78.
Supongo que para muchos será jauja, mientras que para otros
significará la continuación de su calvario.
En este apartado,
supongo también que la mayoría no quiere tal solución, ya que sólo
beneficia a unos pocos a la vez que sostiene un régimen que
esclaviza a la mayoría, llegando incluso a afectar a su existencia.
Por otro lado, están aquellos que se incorporan a la vida política
de este país, con la pretensión de cambiar muchas cosas dignas de
ser cambiadas.
Estas, parece ser que afectan también a la mayoría.
Pero, aquí hay un pequeño problema para algunos y que pretenden
hacer de él bandera.
En opinión de algunos, la nueva situación
puede desembocar en una continuidad del sistema bi-partidista, sólo
que en esta ocasión, el bi-partidismo es de otro color y de otras
tendencias, pero en el fondo, dicen que es igual.
Es por esto que
conviene entrar en el detalle para conseguir modificar los prejuicios
de mucha gente y también de tratar de mitigar la contaminación que
harán los medios de comunicación, que sin duda, tratarán de seguir
defendiendo aquello que tantas prebendas le otorgó.
Veamos.
El
bi-partidismo que nos trajo hasta estos tiempos, siempre gozaron de
mayorías absolutas, bien fueran por efecto directo de una votación
masiva hacia alguno de los dos que se repartían el poder, bien fuera
porque se elaboraban pactos que daba esas mayorías en connivencia
con aquellos que pretendían seguir haciendo política de esa manera.
Al final de todo esto, se comprobó la zafiedad de aquellas
políticas.
No en vano, la situación actual tiene su origen en
aquella mala praxis.
Pues ahora viene el otro bi-partidismo, siempre
y cuando los pactos y acuerdos puedan fraguar.
Pero el matiz es
diferente al bi-partidismo anterior.
Existen varias diferencias que
hacen que el concepto tenga que cambiar para beneficio de todos.
Y
digo de todos con amplitud y diversidad, a todos los ámbitos en
todos los terrenos, porque si el bi-partidismo pretendiente, lo que
trata es de consensuar, de alcanzar acuerdos, de equilibrios y de
términos medios, no puede contener en sus programas de Gobierno,
cuestiones que impongan o que no salgan de consensos y acuerdos.
Ya
no es aquellas mayorías aplastantes y ninguneantes que hacían lo
que les salía de los cojones aduciendo que habían sido elegidos por
el pueblo para ello. Además, también eran terriblemente
perniciosas, porque una vez alcanzado el poder, se podían permitir
el lujo de incumplir sus promesas electorales.
Ahora la situación es
distinta, porque de lo que se trata ya no es de alcanzar acuerdos
para gobernar, si no que esos acuerdos se alcanzan antes de ir a
elecciones, por lo que la diferencia también es importante y el
matiz contiene también cuestiones que la desmarcan del sistema de
bi-partidismo anterior.
Pero la cosa no queda ahí, en ese análisis
superficial pero diferenciador, sino que la cosa va mucho más allá,
y si nos paramos más en el detalle, podemos incluir una nueva
ventaja en la consecución de ese nuevo Gobierno compartido, ya que
pudiera ser que ese probable Gobierno, tenga que ser no de dos, si no
de tres e incluso de cuatro.
¿Cómo no va a haber diferencias con
respecto del bi-partidismo anterior, si para gobernar necesitarán
ponerse de acuerdo a dos, tres o cuatro formaciones? Es por esto que,
a los que se estaban acostumbrando a la comodidad del bi-partidismo
anterior, no les gusta nada esta nueva y necesaria forma de
composición de Gobiernos.
Y es por esto también que pretenderán, a
toda costa, impedir que esa segunda alternativa se pueda consolidar.
Por lo tanto, puede ser que después de haber elucubrado con la
posibilidad de una novedad con matices beneficiosos para las
mayorías, nos sorprendan con la continuidad del bi-partidismo
anterior ante el miedo que les produce que se pueda romper aquello
que les daba tantos y tantos beneficios. No sería nada de extrañar,
para desgracia de España y de los ciudadanos de este país.
Es por esto que hoy cabe,
más que nunca, aquello de ¡Malditos sean!
¡A la mierda!
Tititokokoki