viernes, 17 de junio de 2022

Hay que conocer la Historia

Hubo un tiempo, en el s.XIX, en el que la Rusia zarista fue el epítome de la reacción. Era la garante del statu quo en Europa, las naciones occ. pedían ayuda cada vez que se veían amenazadas por la revolución llegando a enviar a sus tropas a Paris para sofocar la revuelta. Su prestigio era grande entre los Gobiernos europeos (los únicos que por entonces contaban) y su régimen autócrata y semiesclavista no era juzgado; ningún Gobierno ponía en entredicho que “oprimiera” a finlandeses, polacos, letones, etc… ¿Independencia de los pueblos? Vade retro..

Pero todo cambió cuando pasó de ser cabeza de la reacción a ariete de la revolución. Junto a la derrotada Alemania se convirtió en un paria entre las naciones y a verse amenzada por casi todas. La guera civil posterior a la revolución fue traumática y, en mi opinión, la principal causa responsable del “desvío” del programa socialista y el consiguiente aumento del autoritarismo.

Luego llegó el crack económico del capitalismo y, con sus secuelas, el fascismo y, mientras en la década de los 30 las democracias occ. permitieron el auge del fascismo en sus 3 variantes, la URSS hizo todo lo posible para congraciarse con occ. Ante la desidia y el rechazo de las democracias burguesas y los recelos de los países del Este europeo, fracasó. Los polacos, los rumanos, los búlgaros, etc, no querían que tropas rusas-soviéticas los defendieran ante el peligro del fascismo. Temían a Rusia, sí, aunque el resultado final fue que, después de sufrir y mucho, acabaron soportando durante 40 años su anterior pesadilla, la de las élites, claro.

Después de la disolución de la URSS ha sucedido prácticamente lo mismo: en vez de integrar a Rusia en Europa, aquella se ha visto rechazada e incluso ninguneada y, también ha contemplado cómo varios países vecinos han abrazado el nuevo fascismo; Polonia, Hungría y Ucrania se han convertido en una amenaza (no solo) para Rusia y esta reacciona, claro… tontos serían.

CapitanRed