viernes, 22 de marzo de 2019

ENTRE MUY POCO Y CASI NADA


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No, no están las cosas como para ser optimistas. Ni mucho menos. El ambiente no está para echar cohetes o para mascletás al uso. No nos vengamos arriba ante los continuos mensajes sobre que todo va bien y que estamos en el paraíso. No, no estamos para ser tan inconscientes y tan irresponsables, y pensar en que esto es la octava, o la cuarta, maravilla del mundo.

Porque, ¿qué hay de Democracia en este estado de cosas en las que la Democracia está más ausente y más lejana de ser eso, una Democracia?

¿Qué hay de los derechos humanos que están siendo vapuleados sistemáticamente por los poderes y por la clase política que quita y ponen los poderes?

¿Qué hay de eso que dicen sobre que la justicia es igual para todos, y tal?

¿Qué pasa con las desigualdades, la pobreza, el hambre y las miserias que vive una buena parte del planeta, incluido el llamado mundo moderno y avanzado?

¿Y de la clara y evidente degradación del planeta que, sumado a la también clara y evidente degradación del ser humano? ¿Qué hay de eso?

¿Y la esclavitud? ¿Es soportable, admisible, en pleno siglo veintiuno (XXI)?

¿Qué pasa con la riqueza? ¿Está bien repartida, o al menos es justa su repartición?

¿Qué hay de la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Es también admisible el que en pleno siglo veintiuno (XXI) aún se esté con este estado de desigualdad?

¿Qué pasa con la clase política, que más bien retrocedió que avanzó, en cuanto a servicio al pueblo y de dedicación a los intereses generales? ¿Qué pasa con esa clase política a la que cada día se les va más al servicio de las élites dominantes y los poderes empresariales? ¿No nos afecta el que la corrupción y la mentira sean armas de convencer a la gente?

¿Qué pasa con las elecciones en sí? ¿Son reales, fiables, dicen lo que realmente está pasando, o es que por el contrario viene siendo la mejor herramienta para quitar y poner políticos, en función de las conveniencias de los poderes y las élites? ¿Será que las nuevas tecnologías nos están jugando una mala pasada y aún no nos hemos percatado de ello?

¿O será que nos es más cómodo el sofá, la tele y la Tablet juntas para evadirnos de la realidad con la que creemos que no nos podemos enfrentar ante el poderío que demuestra, además de su evidencia y su más que triste virulencia?

¿Qué pasa? ¿Nos conformamos con que nos digan que estamos en Democracia, que todo esto va bien y en la buena dirección? ¿O hacemos algo más, mostrándonos exigentes, para que al menos no piensen que somos tan tontos como creen que somos, o como nos hacen sentir que somos?
Estamos en eso, entre el muy poco o casi nada.

Y nos conformamos, lo damos por bueno y seguimos hacia adelante.  O eso nos creemos, que vamos hacia adelante, porque si hacemos un pequeño balance, un breve diagnóstico, un ligero análisis de todo lo que ha sucedido hasta ahora, no podemos llegar a conclusiones precisamente de aprobado, en cuanto a avance y a progreso, pues todo lo amontonado hasta ahora, nos sitúa en un tiempo que no se corresponde con el que realmente creemos que estamos. Lo que ahora vivimos, tiene  más concordancia, más similitud y mayor semejanza, con lo ocurrido por la humanidad en siglos pasados.

No hay más que ver lo que ocurre a nuestro alrededor para sacar las conclusiones precisas sobre la contemporaneidad y los hechos. Y no cuadran, no se ajustan a la realidad con la que se debería corresponder, sobre todo en cuanto a calidad, a avance y a progreso, a mejora continua.

Yo creo que lo que vemos, lo que vivimos, o lo que creemos ver y lo que creemos vivir, no es lo mismo que deberíamos tener en estos días. Otra cosa distinta, es que nos hagan ver, o nos hagan creer, que es distinto, que es al revés de lo que vivimos y creemos vivir. De lo que de verdad vivimos. Y en eso, tienen mucha culpa el uso de las nuevas tecnologías y de las nuevas formas de comunicarnos o de que nos comuniquen. Ahí nos llevan delantera.

Es por esto que insisto. El día en que nos percatemos de la realidad, muchas cosas cambiarán, pues nos daremos cuenta de que todo lo que ahora pensamos, imaginamos o intuimos, no tiene nada que ver con lo que realmente está pasando ante nuestras narices. Nada que ver. Ese día, yo creo que todo cambiará, y pasaremos de un muy poco, o casi nada, a tener todo a nuestro alcance. Pero para eso aún tienen que suceder muchas cosas mucho peores de las que hasta ahora nos pasaron por delante de nuestros ojos y justo al lado de nuestros oídos.

¡Ay si llega ese día! ¡Ay!


Tititokokoki