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La pobreza siempre
ha estado ahí desde que echamos la memoria hacia atrás y por eso parece una
condena bíblica. Pero no lo es. De la pobreza se sale, constante y
progresivamente, y la propia Historia da testimonio de ello. Podríamos decir
que la Historia es el relato de la reducción paulatina de la pobreza primigenia
de la Humanidad.
Los grupos humanos
nómadas, la tribu, los clanes, no conocían las clases sociales, ricos y pobres.
Este es el origen de una sentencia que se da por hecho pero que es errónea: la
ausencia de pobreza es la ausencia de clases. No es así. Donde no hay clases,
donde la igualdad social reina, la institución económica que por lógica se
corresponde es el reparto colectivo de tareas y bienes. Para un reparto
colectivo, las clases sociales son superfluas: sencillamente no existen porque
no hay necesidad histórica de ello.
Vaya
"jauja", podrá pensarse, no hay división entre ricos y pobres, ni
peligro de que surja si se mantiene esa forma de vida social ¿Pero significa
que todos tienen cubiertas sus necesidades? Ni mucho menos. Un igualitario
nivel de bienestar material porque se reparte la riqueza disponible entre
todos, no equivale a un digno nivel de estado material bajo cualquier estándar,
desde que la "cuestión social" está sobre la mesa. De hecho, así les
sucedía a los grupos nómadas, que en cuanto pudieron dejaron de serlo.
El modo económico
que se corresponde con esta etapa sin división social es el llamado de
autoproducción o autoconsumo, es decir, produces únicamente lo que vas a consumir,
sin más horizonte espacial que la cantidad de bienes que puedes transportar, y
horizonte temporal del que un alimento perecedero tarda en pudrirse. Y el
bienestar material resultante de este modo sólo cabe ser calificado de
auténtico y genuino malestar. De precariedad absoluta de la vida y lucha diaria
por la supervivencia. Es falsa por tanto esa equivalencia que se suele hacer
entre igualdad social y ausencia de pobreza traída por el reparto colectivo.
Sabemos que la
revolución neolítica lo cambia todo. La agricultura, el sedentarismo, la
acumulación de un excedente, el desarrollo de la tecnología y la división del
trabajo, y con ello la aparición del comercio, las ciudades, el Estado ... y
las clases sociales. Los ricos y pobres. Un paso cualitativo trascendental del
que no hay vuelta atrás. Pero nos quejamos amargamente porque ello significó el
fin del reparto colectivo de la autoproducción, de la institución económica que
se correspondía, necesariamente, con una sociedad sin clases, sí, pero también
de la ausencia de un bienestar material mínimamente digno para nadie.
Mickdos